... Y sigo recordando.
Recuerdo estar en una reunión con mis amigos y recibir un mensaje de la doctora, se disculpaba de un error recién cometido, se había metido en la cama de su paciente inconsciente y le había estado haciendo tocaciones, recuerdo que esa paciente era Rosa. Juramento hipocrático? Pensé... No más bien juramento hipócrita, en ese momento empecé a desconfiar de los "bata blanca".
Recuerdo escuchar disculpas, recuerdo que la doctora decía que no sabía que le había pasado, que quería sentir lo mismo que sentía cuando abusaba de Rosa en su niñez. Recuerdo que me dieron ganas de vomitar. Recuerdo que no quise saber nada más de ningún sufrimiento ageno. Esa noche no fui capaz de dormir.
Recuerdo los mensajes insistentes de la Doctora para disculparse, entre medio me contaba sobre la relación de Rosa y Carlos, recuerdo que me decía que se asustaba cuando ambos estaban juntos porque eran capaces de comunicarse sin palabras producto del continuo sufrimiento extremo al que cada día eran sometidos, no entendí ese concepto hasta unos días después. Carlos me lo contaba algunos días antes, entre risas, dolor, humor e ironía.
Recuerdo no querer juzgar a nadie, nunca me he sentido Dios.
No era la primera vez que me tenía que enfrentar a la violación de los DDHH, pero nunca me habían dado el garrotazo de lleno en el mismo corazón.
Empatizar con el dolor y con la maldad al mismo tiempo era complejo, ni siquiera la meditación me ayudaba a encontrar la paz.
Mantuve silencio absoluto sobre lo que estaba pasando, pensando quizás en poder resolverlo de alguna manera, pero no resultó como yo esperaba.
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