domingo, 4 de marzo de 2018

Comienzo de la batalla

COMIENZO DE LA BATALLA

La muerte está ahí acechándonos y sin embargo nos comportamos como si no existiera, desaprovechamos momentos de abrazos, sonrisas, miradas...

Desaprovechamos palabras de amor.
Todo lo dejamos para otro día, pero no sabemos si ese día será.

Un día cualquiera, viene a mi memoria un hecho que me resultó desgarrador con el paso de los meses. 

Salí de casa con currículum en mano para postular en un colegio a un taller sobre violencia de género en adolescentes. En la entrevista todo iba bien hasta que se interpuso una persona ajena a mi. Comenzó a decir injurias tales como que era consumidora de drogas, alcohol... para desvalorizarme y no ocupar el puesto de trabajo, tal vez lo hizo por miedo a perder el suyo, el sistema individualista, consumidor y neoliberal en el que está sumido  Chile hace que la competencia llegue a niveles incomprensibles y los "haceres" para no perder tu lugar en la sociedad, pueden llegar al límite de la maldad extrema.

Perdoné automáticamente el desdén de esa persona, en mi mundo personal no existe el odio ni el rencor.

Un tiempo después me enteré que había fallecido causa de un infarto cardiaco, también supe que no fue de forma natural. Desgraciadamente apareció el lado oscuro, la mano que se empeñaba en mecer mi cuna. Era su momento de dar y la forma de demostrar su poder. Hacer desaparecer a los que molestaban o hacían daño su táctica maquiavélica similar a los tiempos de dictadura.

En ningún momento pedí nada, no entendía ese afán de estar siempre presentes, no entendía las ansias de querer darme y darme.

Con el tiempo comprendí que era una manera de controlar a las personas que me rodeaban, controlarme a mí y hacerme creer que estaba más protegida que nunca, te dan todo para después quitártelo. Sin embargo mi sensación empezó a ser completamente diferente, necesitaba controlar mi entorno, ser dueña de mí, siempre he renegado de la maldad y claramente el mundo que me presentaba esas personas no era mi mundo.

Si la muerte estaba ahí, esa muerte era solo mía, al igual que mi vida, solamente yo era la controladora de mis acciones.

Mi posición no gustó. 

Comenzó mi batalla


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