Me recuerdo allá en uno de mis refugios, en pleno temporal de invierno. La melancolía se apoderaba de mí poquito a poco, la lluvia chocaba con fuerza sobre los cristales, el fuerte silbido del viento desconcertante y Confesiones de invierno sonó en mi radio ochentera, desde aquella habitación fría que nunca ocupaba y de repente, salida de la nada, una especie de calidez se apoderó de cada rincón de la pequeña cabaña de madera.
Ahora la escucho nuevamente desde mi nuevo lugar y me traslado, divago, vuelo a esa misma calidez que me regaló así... de repente ese maravillo día.
La música es mágica.
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