Caminando
Allá por el patio de uno de mis tantos refugios escondidos en el mundo, me dí la vuelta para poder disfrutar del majestuoso mar, los verdes caminos, el azul intenso del cielo infinito, los olores pegajosos de la humedad, la entrañable calidez de los cientos de árboles milenarios enraizados a las tierras ancestrales
Allá lancé una pregunta al viento:
Qué pensarían las personas que alguna vez habitaron este lugar?
Sentirían lo que yo estoy sintiendo?
Sentirían esta libertad sin límites?
Y el viento me contestó:
Los antiguos moradores de estas tierras alzaban la mirada al cielo y daban las gracias, pisaban las piedras del camino y daban las gracias, sentían el viento en su cara y daban las gracias, contemplaban el mar en la lejanía y daban las gracias
Daban las gracias porque ellos eran los poseedores de absolutamente todo lo que les rodeaba y su libertad era tan inmensa que sólo pensaban en que pasara el día, despertar para poder dar las gracias al nuevo día.
Historias de la vida cotidiana
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