viernes, 22 de junio de 2018

Campos de desplazados. R. D. Congo

La vida de los desplazados es de lejos una vida de lujo.
A lo largo de mi vida he conocido varios cientos de campos de desplazados en diferentes partes del mundo, pero el que quedó en mi memoria, en que las condiciones de vida era más infrahumanas, degradantes y retrógradas para las mujeres fue un campo en la R.D.Congo.
Eramos tres personas las que estábamos buscando un campo de desplazados en Kivu Norte, una de ellas era religiosa, quedó sorprendida cuando le dige que en la zona, cerca de donde su congregación residia había cientos de personas hacinadas. Nos fue realmente dificil dar con el lugar, nadie nos daba datos, todos decías que no existía desde la última discordia entre los tutsis y los hutus, pero después de más de dos horas dando vueltas nos encontramos con el lugar.
Realmente era desolador, miles de lonas blancas con las iniciales de ACNUR azules, cubrían una extensión inimaginable en tierras volcánicas inhabitables bajo la niebla y un calor asfixiante.
Los primeros en recibirnos fueron cuatro soldados con rifles, no nos permitían la entrada si no era bajo soborno, pero la monjita fue muy tenaz y conseguimos poder visitar el campo pero bajo autoridad militar o insulgente, no me quedó muy claro.
Empezamos a caminar entre escombros y basura, por una especie de calles estrellas formadas con tiendas minúsculas en las que vivian familias enteras para difigirirnos a la carpa central. Por el camino nos acompañaban cientos de niños contentos con la presencia de las extranjeras jugando y llamádo nuestra atención... uno de ellos iba en silla de ruedas y aguilmente se movían entre las rocas formadas de lava. Llegamos a la carpa central, era naranja y de dimensiones mucho más grandes que las que le rodeaban, como un cuarto de estar de una de nuestras casas en España. Mi sensación nada más entrar fue espantosa y automáticamente mis ojos se llenaron de lágrimas. Familias enteras estaban hacinadas en aquel lugar. No había separaciones, ni intimidad, ni un baño o una cocina. Las defecas estaban por todo el suelo, el humo de la hoguera que estaba situada en la mitad de la tienda, impregnaba el aire y hacía el ambiente imposible de respirar. Todos se acercaron pidiendo comida, medicamentos, una salida mejor para sus vidas... de entre esas personas me llamó la atención la historia de una mujer que se me acercó de manera mucho más tímida. Ella quería irse porque desde que vivía en el campo había sufrito 3 ó 4 violaciones por día por parte de los soldados y los insulgentes, la última había sido esa misma mañana cuando iba a buscar lleña para hacer la comida a sus cinco hijos. Unos hombres la agarraron del cuello y se la llevaron detrás de unos matorrales.... Todos pasaron por ella sin piedad!!!! . Con la cabeza bien alta y con lo que le quedaba de dignidad rogaba que fueramos ángeles para sacarla de su infierno.
A miles y miles de mujeres las violan cada día en R.D.Congo y los llamados países del primer mundo se niegan a abrirles las puertas para que, por lo menos, puedan tener un poco más de tranquilidad. Es tan grande nuestro ego!!!!!

M. J. Castillejo

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