Vivimos tan obsesionadxs con encontrar a la persona perfecta para que compartar junto a nosotrxs momentos, que sin darnos cuenta, dejamos de lado a "esas" que realmente merecen la pena.
El ser humano no es capaz de discernir quienes son aquellxs que nos van a hacer sentir realmente felices, anteponemos cientos de expectativas falsas, nuestros cerebro comete sesgos e idealizamos y desidealizamos para no sufrir, aunque sepamos que nos equivoquamos.
Compartir soledades en un privilegio del que podemos disfrutar muy poquitas personas en esta dichosa existencia, tal vez porque hemos aprendido que la realidad, nuestra vida, nuestros momentos, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones, nuestras ilusiones, aquello que vemos, olemos, se expande y retorna en el interior infinito de nuestras almas, no es otra cosa que nosotrxs mismxs.
Negar una conversación, alejarnos de una mirada, huir de una caricia es una elección peligrosa, una acción que sólo se podría permitirse una fuerza suprema y que yo sepa, el ser humano todavía no cuenta con esa capacidad.
No nos pongamos límites, dejarse caer en el abismo de otra persona es la experiencia más maravillosa de la que vamos a poder disfrutar solamente por unos instantes, en nosotrxs está que esos instantes se conviertan en eternos.
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