La crisis económica mundial nos empobrece a todxs, incluido a los más pobres. Y las consecuencias las estamos viviendo actualmente: en Somalia, Yibuti, Etiopía y Kenia 10 millones de personas, de los cuales 2 millones son niños y niñas menores de 5 años, mueren de hambre. No es la sequía lo que los mata, ni las largas marchas durante semanas por el desierto sin apenas agua y alimentos hasta llegar a los abarrotados campos de refugiados. No es la falta de recursos de las organizaciones humanitarias, ni la imposibilidad de actuar en zonas en conflicto.
Les mata la indiferencia, el olvido, las buenas intenciones y las mínimas acciones. Porque en el rostro repetido una y otra vez del niño o niña moribundo, apenas piel y huesos, vemos sólo la cara de un niño o niña más de los miles que mueren en África cada día.
¿Hasta cuando seguiremos matando en silencio por nuestra indiferencia?
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