Entre el río blanco y el sendero?
No eres impasible,
Con la luz del sol soñando contigo;
Y sin embargo, levantas tus brazos suplicantes y maleables, como si
Dibujaras nubes en el cielo para ocultar tu delgadez.
Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante.
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra
y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras de amor
están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral
y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: “qué calor hace”, “dame agua”,
“¿sabes manejar?”, “se hizo de noche”.
Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,
te he dicho “ya es tarde”, y tú sabías que decía “te quiero”).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.
No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana
para entender las cosas. Porque esto es muy parecido
a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
Me has desmontado con tus palabras rotundas sobre la realidad.
Y
creo
.
.
.
que
No es justo
El número 2 es de color rojo. Me duele mucho el pie y el dolor es amarillo. El miedo es marrón y lo tengo puesto en la tripa. ¿Tu hijo ve los números de colores? ¿Visualiza sensaciones físicas? ¿Saborea las voces? Es posible que sea sinestésico. La percepción de los niños con esta cualidad se caracteriza por una percepción sensorial mezclada. De forma que pueden ver sonidos o asociar personas, letras, números o palabras con colores. Según estudios al respecto, “alrededor de un 10% de la población hispana es cinestésicas y es ocho veces más habitual en las mujeres que en los hombres. También, es algo más frecuente en las personas zurdas y con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Se trata de una habilidad, que suele ser heredada genéticamente, con la que nace el niño, lo que le convierte en expresivo, creativo, empático y muy sensible. La sinestesia es una cualidad y una diferencia enriquecedora para los niños, que si se estimula y practica, se puede fortalecer, por lo que es aconsejable que animemos al niño a seguir hablando sobre cómo percibe el mundo. De hecho, es habitual que pintores, músicos o escritores tengan rasgos sinestésicos, como en el caso del compositor Frank liksz, que veía los tempos musicales en colores”, explica María José Lladó, psicopedagoga del centro Acimut Bienestar
Tocar sonidos, ver emociones de colores, saborear palabras. Existen varios tipos de sinestesia y no hay dos iguales, porque cada niño tendrá la suya, única y particular. La neurociencia cognitiva ha identificado, hasta hoy, varios tipos de sinestesia, como la “denominada grafema-color o personas que ven las letras de colores, las que mezclan la música y el color o el lenguaje y el gusto, es decir palabras que producen sabores. Otras sinestesias conocidas son las que traducen personas a colores; la emocional o asociar los sentimientos con colores; la sinestesia espacio-tiempo, con la que el tiempo tiene color y sabor; la del tacto-espejo, con la que los niños pueden captar lo que la otra persona siente al tocarla y la sinestesia tacto-emoción, con la que el niño percibe las emociones a través del tacto”, comenta María José Lladó.
Nuria Pérez Sánchez, que en la actualidad tiene 25 años: “Cuando dudas de quién eres y hacia dónde vas, llegan nuevas palabras a tu vida que hacen que todo encaje un poco más. La palabra sinestesia llegó a mi vida hace poco, de causalidad. Estaba desayunando con un grupo de mujeres y empezaron a hablar de que había personas que mezclaban los sentidos, que escuchaban una palabra y veían un color. Entonces, me pregunté, ¿eso no le pasa a todo el mundo? Investigué un poco más y llegué a la conclusión de que llevaba toda mi vida desarrollando mi sinestesia, especialmente la visual, sin saberlo”.
“De pequeña”, prosigue Sánchez, “poco me acuerdo de cómo vivía la sinestesia”: “Lo que sí tengo claro es que mis padres me ayudaron a desarrollar todos mis sentidos con creatividad. Actualmente, trabajo en mi propio negocio, donde elevo la percepción de los negocios a través de palabras e imágenes. Por ejemplo, para diseñar un logo, pongo todos los sentidos sobre la mesa para trabajar. Lo mismo sucede cuando redacto un texto, mientras escribo, siento la emoción de cada palabra. En mi cabeza todo se mezcla y, ahí, surge la magia. Cada persona tenemos una forma única de ver el mundo y crear belleza. Si acompañas a tu hijo a desarrollar su creatividad, explorando con todos los sentidos, cultivará la sinestesia para enriquecer su vida personal y profesional, aunque no sepa que existe la sinestesia”.
Por su parte, Rosario Casas Ruiz, de 44 años, madre de Santiago, de siete años, explica cómo ha vivido su sinestesia: “Hace cuatro años, descubrí que era sinestésica a raíz de leer un reportaje sobre el tema. Descubrí que, realmente, yo no veía el mundo como los demás. De pequeña, recuerdo preguntarle a mi madre por qué el número 2 era de color rojo, o la voz de la actriz Ángela Chaning me sabía a leche. Cuando descubrí que todo aquello tenía un nombre y que lo podía definir como Sinestesia, para mí fue una auténtica liberación y el principio de un maravilloso encuentro conmigo misma. Realice el test elaborado por la Facultad de Psicología de la Universisad Granada y confirmé mi sinestesia”.
No sé mentir, elaboró una pequeña mentira durante días y cuando llega el día de decirla, me la imagino en mi mente y las palabras que salen ...