jueves, 24 de junio de 2021

PELICULA STILL ALICE

 Pelicula Still Alice

... Y de repente todo se desintegra en nosotros y dejamos de ser lo que fuimos, dejamos de sentir  y nuestros recuerdos vuelven a aquel lugar del que nacieron.

La existencia del ser humano se torna superficial si la alejamos del amor y comprensión de todas las personas que amamos. Aferrarnos a ese amor nos puede hacer pequeños... pero... ¿qué otra cosa nos queda?

https://pluto.tv/on-demand/movies/still-alice-es-2015-1-1

INCERTIDUMBRE

 Es la incertidumbre de vivir ¿a quién no le acongoja levantarse cada mañana?

Abrir los ojos,

ir a la ducha,

ordenar los papeles del escritorio,

desayunar y disponerse para ir a trabajar.

Coger el autobús lleno de gente acompañada de extraños olores de madrugada.

Murmullo incesante,

palabras sin sentido que llegan a tus oídos.

¡Todo te suena a mentira!.

Las ventanas y las puertas están cerradas,

nada se puede escapar

ni esos pensamientos que alquimian el amanecer que tienes enfrente de los ojos que te hacen divisar a través del cristal un espejismo,

o que toda esa gente son reencarnaciones de seres extraños que ocupan como tú un lugar en este inmenso universo.

Sentada

con los ojos abiertos

te contemplas a ti misma.

Eres como una pequeña isla en una inmensidad desordenada.

Te diriges a algún lugar

pero no sabes a donde.

Cuando pare el autobús ¿habrás llegado a tu destino?

Incertidumbre

El timbre suena

las puertas se abren

caminas sola con la luz de madrugada.

Miras al cielo esperando una respuesta a esos pensamientos

pero nadie contesta.

Te dejas llevar por tus pies, aunque por unos instantes se te pasa por la cabeza retroceder y volver a coger el autobús.

¡Allí estarás segura!

¡Las ventanas y las puertas están cerradas!. 

Nada se puede escapar. 

Volverías a ser una isla en esa inmensidad desordenada.

Pero no lo puedes hacer

INCERTIDUMBRE


EDDA ISLANDESA. EL PEQUEÑO TROLL

 Un hombre de Varmahlíð, una pequeña aldea del norte, salía cada día temprano a pastar con sus caballos y los recogía cuando se ponía el sol.

Una noche de invierno, el hombre tomó su candil y se dispuso a buscar a sus reses. Contaba 1,2,3,4...7 ¡ Falta el más hermoso!, se lamentó desconsolado.

A la mañana siguiente, con la luna aun brillando en el inmenso, cielo salió el granjero a buscar a su caballo.

Lo llamaba por su nombre:

-¡Arnór, Arnór!

Pero Arnór, su hermoso caballo no aparecía.

... Y así una jornada tras otra hasta que le atropelló el cálido verano. 

Kálgus el granjero, recorría cada día la montaña en busca de su caballo.

Pero un inesperado amanecer soleado, cuando Kálgus sacaba a pasear a sus reses, a lo lejos divisó a ese caballo que tanto quería. Se acercó cauteloso para no asustar al animal pero de repente oyó una voz que a lo lejos decía:

- No te daré a tu caballo si no me procuras a una giganta, estoy solo y me estoy haciendo viejo. Dijo la voz con tono enfadado.

- ¿Dónde voy a encontrar yo una giganta?. Protestó el granjero.

- Eso es cosa tuya. Replicó la voz.

Desde ese desgraciado día el granjero salía desesperado en busca de la giganta y recorría montes, valles, fiordos, norte, sur, este, oeste... pero no daba con la criatura.

Cansado, el granjero volvió al pasto donde meses atrás había perdido a su hermoso caballo y gritó al viento:

- Ya tengo a tu giganta, devuélveme a mi caballo.

... Y de entre las piedras, como si de un sueño se tratara, surgió un gran Troll cubierto de harapos que, engañado por el granjero, cuando le dio el sol se convirtió en una fría y triste roca y  para su desgracia, se iba encogiendo más cada año que pasaba hasta que se transformó en una diminuta piedra.

Esta es la historia el Pequeño Troll y el granjero de Varmahlíð que volvió orgulloso nuevamente a sacar a pastar a todos sus caballos.

miércoles, 23 de junio de 2021

Añoranza

 Añoranza

Hoy quiero pensarte en verde

por que ayer,

ayer te pensé en azul

y mi alma no paraba de llorar, gemir y lamentarse.

Hoy seguro te pensaré en verde

como aquel día que dejaste escapara el roce de tu piel sobre mi carne

En las calles de Buenos Aires. Momento de la vida cotidiana

 Caminaba distraída por las calles de Buenos Aires cuando una mujer enjuta, como de ochenta y tantos años llamó mi atención desde el otro lado de la calle.

Se acercó muy despacio, como si el tiempo hubiera retrocedido en su reloj, sorteando cada paso y haciéndome sentir mucho más distante y alejada de ella.

Cuando la tuve enfrente me miró, una mirada dulce, profunda, melancólica; me sonrió, me tomó el brazo, estiró su frágil cuerpo haciendo un gran esfuerzo y me dio un tierno beso en la mejilla.

"Sabía que te encontraría", dijo con palabras entrecortadas. "Sos Vos", nuevamente me volvió a sonreír y dejó sobre mis manos una fotografía.

Sin desprender nuestras miradas y sumida en esa sensación de vibrar en otro espacio en el tiempo, la abracé fuertemente y le susurré al oído. "Gracias abuela, te echaba mucho de menos".

... Y retomó el camino a su casa

... y yo seguí con el mío

Momentos de la vida cotidiana

sábado, 12 de junio de 2021

Soy. Micropensamiento

Soy un segundo cósmico del Universo

Llovimos tanto que me ahogué. Elvira Sastre

Hablamos tanto de la lluvia

que un trueno acabó atravesándome la garganta

y tuve que escapar.

Tu vida o tu corazón, me dijo alguien,

quiero pasar mi vida en el suyo, le dije yo,

pero eso no era posible,

era tan imposible como un amor platónico cumplido,

como tú y yo cumplidas,

como tú,

como pedirte que te quedaras después

o vinieras antes,

como mantenerte encendida

al otro lado de la calle

viéndote por la noche sin poder tocarte

y no consumirme en el esfuerzo

de querer tu imposibilidad

al lado de mi almohada,

como negarte a ti

y no negarme a mí en el intento,

como olvidar tu pelo,

como fingir que no estás

detrás de cada palabra que me perturba,

como pretender saber

no echarte de menos

y conseguirlo,

como asentir

creyendo que es cierto

eso de que es el frío

el que hace las ausencias más largas

cuando ahora la única que existe es la tuya

en medio de este incendio de cenizas.

Te acabas de ir

y tus ruidos ya se escuchan por las noches.

Era tan imposible

-tan

imposible

como

pedirte

que

te

quedaras

conmigo-.

La tormenta me sorprendió contigo atrapada en la mirada,

lanzando botellas al mar llenas de besos

que nunca llegaban, que se extraviaban, que se equivocaban de puerto,

que se rompían intentando llegar a mi boca

y confundían mis barcos y me llenaban de cristales los labios

que, pegados a la ventana,

congelados,

solo esperaban verte aparecer.

Y entonces un día me dejé vencer,

olvidé dónde buscarte,

comencé a despegar

tus nudillos de mis pulmones,

me eché la sal de tu sudor perdido

en los ojos,

prohibí tu olor en mis domingos

y escribí todos los antónimos

de tu nombre en mis ventrículos,

si no te olvido a ti

no les olvidaré a ellos,

y al final lo único que quedó

fue un miedo tan inmenso como inconfesable

y un deseo,

solo quería marcharme de ahí y dejar de esperarnos,

irme lejos, pensando que lejos es donde no estás,

sin darme cuenta de que donde realmente estás es en mí,

y que no te irás hasta que yo lo decida.

Pero empezaba a tener frío

y tú no venías a curármelo,

así que tuve que pedirte sin decírtelo

que me volvieras a dejar en tierra y siguieras con tu vuelo,

pero antes quise hablarte del cielo que te rodea,

de que cuando hablas realmente creo

que los relojes carecen de sentido

si no es para pararlos y escucharte un rato más

-solo un ratito más, lo juro-,

que tuve todos los continentes en mis bolsillos

después de tu abrazo

porque cuando tú respiras

el mundo, a veces, se paraliza,

y otras, en cambio, se tambalea,

pero eso es algo que solo entendemos

los que hemos visto a la poesía perder las comillas,

que tu risa astilla las penas

y que aunque nos encontráramos en medio de una guerra

que por no querer luchar terminamos perdiendo,

encontré la paz en tus maullidos,

y fuiste algo así como volver a casa

por primera vez

después de perder mil batallas en la espalda.

Quise decirte que mi papel

siempre se redujo a contemplarte desde lejos

y volverte tinta,

que pudimos

y aunque no fuimos

siempre seremos

-ojalá entiendas eso-,

que nos hicimos el amor

una noche que llovimos

y por eso te llevaré conmigo

siempre.

Que ojalá la huida

hubiera sido de tu cama a la mía,

que ojalá la lucha

se hubiera reducido a morderte las caderas

y no a este cansancio

lleno de ojeras mudas,

que ojalá volviera a verte

cada invierno de mi vida

y vieras que contigo nunca tuve prisa

porque conocerte es viajar y besar

dulce y lento

un día de invierno

llenas de frío por fuera

y de amor por dentro.

Y que ojalá sonrías

y no te culpes

ni te castigues:

tú cambias vidas,

pero no destinos.

sábado, 5 de junio de 2021

Lugares Comunes

Nos inventamos al "otro" para odiarle, oprirle, maltratarlo. Le dejamos compartir espacios comunes aún sabiendo que son lugares inventados para alentar nuestro ego.
Una lucha interna entre nuestro yo individual y el falso amor a lo colectivo.

Micropensamiento. Las mentiras y yo

No sé mentir, elaboró una pequeña mentira durante días y cuando llega el día de decirla, me la imagino en mi mente y las palabras que salen ...