viernes, 25 de junio de 2021
jueves, 24 de junio de 2021
PELICULA STILL ALICE
Pelicula Still Alice
... Y de repente todo se desintegra en nosotros y dejamos de ser lo que fuimos, dejamos de sentir y nuestros recuerdos vuelven a aquel lugar del que nacieron.
La existencia del ser humano se torna superficial si la alejamos del amor y comprensión de todas las personas que amamos. Aferrarnos a ese amor nos puede hacer pequeños... pero... ¿qué otra cosa nos queda?
INCERTIDUMBRE
Es la incertidumbre de vivir ¿a quién no le acongoja levantarse cada mañana?
Abrir los ojos,
ir a la ducha,
ordenar los papeles del escritorio,
desayunar y disponerse para ir a trabajar.
Coger el autobús lleno de gente acompañada de extraños olores de madrugada.
Murmullo incesante,
palabras sin sentido que llegan a tus oídos.
¡Todo te suena a mentira!.
Las ventanas y las puertas están cerradas,
nada se puede escapar
ni esos pensamientos que alquimian el amanecer que tienes enfrente de los ojos que te hacen divisar a través del cristal un espejismo,
o que toda esa gente son reencarnaciones de seres extraños que ocupan como tú un lugar en este inmenso universo.
Sentada
con los ojos abiertos
te contemplas a ti misma.
Eres como una pequeña isla en una inmensidad desordenada.
Te diriges a algún lugar
pero no sabes a donde.
Cuando pare el autobús ¿habrás llegado a tu destino?
Incertidumbre
El timbre suena
las puertas se abren
caminas sola con la luz de madrugada.
Miras al cielo esperando una respuesta a esos pensamientos
pero nadie contesta.
Te dejas llevar por tus pies, aunque por unos instantes se te pasa por la cabeza retroceder y volver a coger el autobús.
¡Allí estarás segura!
¡Las ventanas y las puertas están cerradas!.
Nada se puede escapar.
Volverías a ser una isla en esa inmensidad desordenada.
Pero no lo puedes hacer
INCERTIDUMBRE
EDDA ISLANDESA. EL PEQUEÑO TROLL
Un hombre de Varmahlíð, una pequeña aldea del norte, salía cada día temprano a pastar con sus caballos y los recogía cuando se ponía el sol.
Una noche de invierno, el hombre tomó su candil y se dispuso a buscar a sus reses. Contaba 1,2,3,4...7 ¡ Falta el más hermoso!, se lamentó desconsolado.
A la mañana siguiente, con la luna aun brillando en el inmenso, cielo salió el granjero a buscar a su caballo.
Lo llamaba por su nombre:
-¡Arnór, Arnór!
Pero Arnór, su hermoso caballo no aparecía.
... Y así una jornada tras otra hasta que le atropelló el cálido verano.
Kálgus el granjero, recorría cada día la montaña en busca de su caballo.
Pero un inesperado amanecer soleado, cuando Kálgus sacaba a pasear a sus reses, a lo lejos divisó a ese caballo que tanto quería. Se acercó cauteloso para no asustar al animal pero de repente oyó una voz que a lo lejos decía:
- No te daré a tu caballo si no me procuras a una giganta, estoy solo y me estoy haciendo viejo. Dijo la voz con tono enfadado.
- ¿Dónde voy a encontrar yo una giganta?. Protestó el granjero.
- Eso es cosa tuya. Replicó la voz.
Desde ese desgraciado día el granjero salía desesperado en busca de la giganta y recorría montes, valles, fiordos, norte, sur, este, oeste... pero no daba con la criatura.
Cansado, el granjero volvió al pasto donde meses atrás había perdido a su hermoso caballo y gritó al viento:
- Ya tengo a tu giganta, devuélveme a mi caballo.
... Y de entre las piedras, como si de un sueño se tratara, surgió un gran Troll cubierto de harapos que, engañado por el granjero, cuando le dio el sol se convirtió en una fría y triste roca y para su desgracia, se iba encogiendo más cada año que pasaba hasta que se transformó en una diminuta piedra.
Esta es la historia el Pequeño Troll y el granjero de Varmahlíð que volvió orgulloso nuevamente a sacar a pastar a todos sus caballos.
miércoles, 23 de junio de 2021
Añoranza
Añoranza
Hoy quiero pensarte en verde
por que ayer,
ayer te pensé en azul
y mi alma no paraba de llorar, gemir y lamentarse.
Hoy seguro te pensaré en verde
como aquel día que dejaste escapara el roce de tu piel sobre mi carne
En las calles de Buenos Aires. Momento de la vida cotidiana
Caminaba distraída por las calles de Buenos Aires cuando una mujer enjuta, como de ochenta y tantos años llamó mi atención desde el otro lado de la calle.
Se acercó muy despacio, como si el tiempo hubiera retrocedido en su reloj, sorteando cada paso y haciéndome sentir mucho más distante y alejada de ella.
Cuando la tuve enfrente me miró, una mirada dulce, profunda, melancólica; me sonrió, me tomó el brazo, estiró su frágil cuerpo haciendo un gran esfuerzo y me dio un tierno beso en la mejilla.
"Sabía que te encontraría", dijo con palabras entrecortadas. "Sos Vos", nuevamente me volvió a sonreír y dejó sobre mis manos una fotografía.
Sin desprender nuestras miradas y sumida en esa sensación de vibrar en otro espacio en el tiempo, la abracé fuertemente y le susurré al oído. "Gracias abuela, te echaba mucho de menos".
... Y retomó el camino a su casa
... y yo seguí con el mío
Momentos de la vida cotidiana
domingo, 20 de junio de 2021
sábado, 12 de junio de 2021
Llovimos tanto que me ahogué. Elvira Sastre
Hablamos tanto de la lluvia
que un trueno acabó atravesándome la garganta
y tuve que escapar.
Tu vida o tu corazón, me dijo alguien,
quiero pasar mi vida en el suyo, le dije yo,
pero eso no era posible,
era tan imposible como un amor platónico cumplido,
como tú y yo cumplidas,
como tú,
como pedirte que te quedaras después
o vinieras antes,
como mantenerte encendida
al otro lado de la calle
viéndote por la noche sin poder tocarte
y no consumirme en el esfuerzo
de querer tu imposibilidad
al lado de mi almohada,
como negarte a ti
y no negarme a mí en el intento,
como olvidar tu pelo,
como fingir que no estás
detrás de cada palabra que me perturba,
como pretender saber
no echarte de menos
y conseguirlo,
como asentir
creyendo que es cierto
eso de que es el frío
el que hace las ausencias más largas
cuando ahora la única que existe es la tuya
en medio de este incendio de cenizas.
Te acabas de ir
y tus ruidos ya se escuchan por las noches.
Era tan imposible
-tan
imposible
como
pedirte
que
te
quedaras
conmigo-.
La tormenta me sorprendió contigo atrapada en la mirada,
lanzando botellas al mar llenas de besos
que nunca llegaban, que se extraviaban, que se equivocaban de puerto,
que se rompían intentando llegar a mi boca
y confundían mis barcos y me llenaban de cristales los labios
que, pegados a la ventana,
congelados,
solo esperaban verte aparecer.
Y entonces un día me dejé vencer,
olvidé dónde buscarte,
comencé a despegar
tus nudillos de mis pulmones,
me eché la sal de tu sudor perdido
en los ojos,
prohibí tu olor en mis domingos
y escribí todos los antónimos
de tu nombre en mis ventrículos,
si no te olvido a ti
no les olvidaré a ellos,
y al final lo único que quedó
fue un miedo tan inmenso como inconfesable
y un deseo,
solo quería marcharme de ahí y dejar de esperarnos,
irme lejos, pensando que lejos es donde no estás,
sin darme cuenta de que donde realmente estás es en mí,
y que no te irás hasta que yo lo decida.
Pero empezaba a tener frío
y tú no venías a curármelo,
así que tuve que pedirte sin decírtelo
que me volvieras a dejar en tierra y siguieras con tu vuelo,
pero antes quise hablarte del cielo que te rodea,
de que cuando hablas realmente creo
que los relojes carecen de sentido
si no es para pararlos y escucharte un rato más
-solo un ratito más, lo juro-,
que tuve todos los continentes en mis bolsillos
después de tu abrazo
porque cuando tú respiras
el mundo, a veces, se paraliza,
y otras, en cambio, se tambalea,
pero eso es algo que solo entendemos
los que hemos visto a la poesía perder las comillas,
que tu risa astilla las penas
y que aunque nos encontráramos en medio de una guerra
que por no querer luchar terminamos perdiendo,
encontré la paz en tus maullidos,
y fuiste algo así como volver a casa
por primera vez
después de perder mil batallas en la espalda.
Quise decirte que mi papel
siempre se redujo a contemplarte desde lejos
y volverte tinta,
que pudimos
y aunque no fuimos
siempre seremos
-ojalá entiendas eso-,
que nos hicimos el amor
una noche que llovimos
y por eso te llevaré conmigo
siempre.
Que ojalá la huida
hubiera sido de tu cama a la mía,
que ojalá la lucha
se hubiera reducido a morderte las caderas
y no a este cansancio
lleno de ojeras mudas,
que ojalá volviera a verte
cada invierno de mi vida
y vieras que contigo nunca tuve prisa
porque conocerte es viajar y besar
dulce y lento
un día de invierno
llenas de frío por fuera
y de amor por dentro.
Y que ojalá sonrías
y no te culpes
ni te castigues:
tú cambias vidas,
pero no destinos.
sábado, 5 de junio de 2021
Lugares Comunes
Micropensamiento. Las mentiras y yo
No sé mentir, elaboró una pequeña mentira durante días y cuando llega el día de decirla, me la imagino en mi mente y las palabras que salen ...
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... Cuando de repente abres los ojos y te das cuenta que todxs a tu alrededor están muertos...
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El amor no es tema de conversación hoy en día, en un mundo individualista en el que todo se compra y vende de manera rápida el amor, como t...
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Los momentos de reflexión últimamente se han tornado continuos formando parte de esa existencia irreal que ha rodeado mi vida. Momentos dis...
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Película Hierro (3) https://pelis247.org/bin-jip-hierro-3-2004/
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El pueblo unido jamás será vencido ... de pie marchar el pueblo va a ganar...