lunes, 23 de noviembre de 2020

La consulta del doctor Casado: En busca de la alegría. In search of joy. ...

La consulta del doctor Casado: En busca de la alegría. In search of joy. ...

En busca de la alegría. In search of joy. 尋找快樂。

 




Lo que es bello es bueno y quien es bueno, también llegará a ser bello”

Safo (650-580 a. C.)




La inflación nos quita dinero sin que nos demos cuenta, los políticos derechos, los empleadores dignidad, los comercios calidad. Son cambios habitualmente sutiles que no nos obligan a cambiar de postura. Ocurren con una progresión tan lenta que los convierte en invisibles hasta que pasa el suficiente tiempo y ya suele ser tarde para revertirlos. 


De este modo muchas sociedades se han visto empobrecidas en los últimos años. Quizá sea verdad que hemos recibido servicios públicos diversos pero también que estos cada vez se pagan más con deuda y se desinvierte en ellos para que sean menos costosos. 


Por otro lado los empleos van incrementando la carga laboral sin que aumente proporcionalmente la remuneración. El mercado laboral va cambiando eliminando puestos de trabajo y modificando otros. En general hay menos oportunidades y estas son en muchos casos peores que antes.


Si ponemos la televisión o nos conectamos a algún medio de información seremos bombardeados instantáneamente por crispación y noticias falsas, el mundo de la política es un epítome de zafiedad que compite con los realities y los tertulianos por un trozo del pastel de la atención. En el universo de las redes sociales pasa lo mismo, el que más grita es el que triunfa. 


El hecho de dar más importancia a lo desagradable y lo corrupto ha eliminado la estética, la armonía y el arte de las primeras planas de periódicos y telediarios. El coste es brutal para cualquiera, nos han robado la belleza. Y en cuanto al reservorio natural de la misma qué diremos en un mundo donde cada vez paseamos menos, nos desplazamos en vehículos y pasamos menos tiempo al aire libre...


Pongamos también una pandemia en la ecuación y obliguemos al personal a taparse la cara con mascarillas, aumentar la distancia unos de otros para que corra el aire y evitemos los bares, teatros y demás. Apaguemos la vida cultural y social, obliguemos a permanecer en el domicilio con toques de queda. 


La resultante de todos estos cambios es que nos hemos quedado sin alegría desangrados por tantas cuestiones. Cuando el objetivo de la vida no es otro que sobrevivir nos olvidamos de esas pequeñas cosas que hacen que el día valga la pena. Y estamos hablando de la parte rica del planeta, la que si abre el grifo tiene agua y la que cena caliente. 


No verán ninguna manifestación reclamando alegría, ni a tertuliano o político reivindicándola. Solo los poetas, artistas, locos e infantes la necesitan como el aire, si alguien protesta algo seguramente sean ellos. Pero hay pocas probabilidades de que los saquen en un telediario, ya saben. Por eso comparto esta reflexión para que nos unamos a esa búsqueda de la alegría tan necesaria como imprescindible. 


Quizá nos demos cuenta de que es necesario apagar un poco las pantallas, dejar de consumir como posesos, caminar un poquito más lentos, salir a tomar aire con más frecuencia y volver la mirada hacia lo bello, bueno y verdadero. No es difícil, tan solo hay que querer. 


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