Vivo en Alemania, ya saben, y acá si alguien viene y dice que en realidad Hitler hizo cosas buenas y que vino a poner orden en un caos de país, queda la cagada más uno. Es raro que alguien se atreva a decirlo porque en el colegio se aprende que no es así, hay consenso social en esto. Están los museos, las casas de la historia, que son instituciones estatales, y los campos de concentración convertidos en lugares de memoria. Las empresas pagan para que se haga un expediente histórico con su participación en el período nazi. Se quiere saber, se necesita saber.
En la iglesia de mi ciudad hay una tabla con el nombre de los que no volvieron de la guerra y eran miembros del ejército alemán, pero hay una placa en el lugar de la sinagoga con los nombres de los que expulsaron y mandaron a campos de concentración, también hay una placa que recuerda a los gitanos que mandaron a campos de concentración desde acá, estos buenos ciudadanos abuelos y padres de mis vecinos. En mi ciudad hay una placa en la universidad con los estudiantes que se opusieron al régimen nazi. Y hay actos de recuerdo constante.
La calle en la que vivo cambió hace un anho de nombre porque el que llevaba era el de un alcalde muy querido en su época pero que no impidió el ascenso de los nazis, creo que hasta los ayudó. Recibimos cartas e invitaciones a participar e información al respecto.Todos mis papeles oficiales tuvieron que ser cambiados, tuve que avisar al banco a la caja de jubilación, a mi jtrabajo etc etc y, por lo mismo, hasta nosotros, mi familia, estuvimos pensando si era justo o no, si valía la pena o no, cuando el aeropuerto de Baviera tiene el nombre de un tipo que defendía Colonia Dignidad y no porque no supiera qué era lo que defendía.
Y así es como mi calle ya no lleva el nombre de ese alcalde que fuera de mis vecinos, no conocía nadie. Hoy mi calle recuerda a uno de los abogados que actuó en los juicios de Nuremberg y que venía de acá para honra de todos. Para mi honra.
Si, vivo otra vida acá, no es fácil tampoco porque al contrario de lo que pasó en Chile, hubo poca resistencia y son pocos los que cuentan en sus familias con gente que se opuso activamente a los nazis y entonces hay mucho ánimo de disculpa personal y apoyo a ciertas mezquindades. Una vez me tocó la madre de un amigo que quería que le dijera que estuvo bien tener un soldado ruso de esclavo, porque había que cultivar los campos para comer. yo le dije que ojalá su padre haya estado cultivando el suelo de la familia del soldado ruso que también tenía que comer. En Chile fuimos muchos los que nos opusimos a la dictadura, fue otra cosa. Una sicóloga alemana me dijo una vez: ud no fue víctima, ud no dejó que la convirtieran en víctima.
No. no sirvo para víctima.
Y ahora quieren que acepte que Mosciatti diga en la tele que la responsabilidad del golpe que terminó con una de las democracias más antiguas del continente debería compartirse? entre quienes?
Una cosa es hacer un análisis político e histórico de un proceso que termina en una dictadura, y otra disculpar y barrer debajo de la alfombra la responsabilidad de quienes tomaron la decisión de quebrar el sistema y tomar el poder de la manera en que lo hicieron. Quienes se hicieron con el poder político y económico de mi país, se apuntan a si mismos solos con sus propios hechos, ahí se muestra a quién favoreció el período. quién se enriqueció? Tal como decía Mache Campos, contemos todo, contemos apropiación o violencia de la época de la democracia, porque yo todavía me acuerdo de muchas frescuras pero ninguna como la millonaria frescura de las privatizaciones. La concentración de la riqueza es escandalosa y demostrable con las estadísticas. No es misterio.
Hitler era quien era y jugó su rol, su organización lo mismo, conocemos su llegada al poder y los errores históricos de, por ejemplo, la socialdemocracia alemana al no impedirlo e incluso apoyarlo, conocemos las divisiones políticas de quienes debieron unirse en su contra y no lo hcieron, pero nadie es más responsable que los nazis del horror nazi.Tal cual, en Chile, nadie es más responsable de la ruptura de la democracia y del horror de la dictadura que los que todos sabemos. Y fueron cualquier cosa menos generosos o altruístas.
Contar la historia con seriedad, como ven en el caso de mi calle en Alemania, no tiene fecha de caducidad. Allá y acá, no esperen que nos callemos, que no escribamos, que nos olvidemos, que no sigamos contando y pidiendo recordatorios, nombrando ciudades, calles y plazas, discutiendo verdades impuestas, impidiéndoles en el fondo lo de siempre, borrarnos y así por fin borrar la responsabilidad del "nunca más", esa la llevamos todos aunque no por igual, ni de la misma forma.
Paloma González
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