Reflexiones. Fantasmas

Todxs tenemos fantasmas a los que nos tenemos que enfrentar, aquellas cosas del pasado que nos hicieron sufrir, aquellas personas que nos dañaron y nos hicieron llorar. Tristezas enterradas en el alma por la muerte de un ser querido, por aquel perro que tanto amaste, o una melancolía aferrada al corazón cuando sentiste caer las hojas de un árbol encaminando su muerte.

Todxs navegamos en esos vaivenes emocionales donde de repente el corazón se encoje y la tristeza y melancolía  inunda todo a nuestro paso.

Son los fantasmas del pasado, esos fantasmas que nos engañan, que nos distorsionan el mundo, que nos desdoblan por dentro y nos hacen perder la esperanza y siembran a su paso, la desconfianza en las miradas de aquellxs que desde su bondad nos tienen su mano para darnos calor allá donde el frío paraliza.

Son los fantasmas del pasado, que no nos dejan desprendernos de nuestra mochila para poder caminar lijexs hacia nuestro camino incierto, que eliminan el color a nuestras emociones para sentir una mariposa cuando se posa en una flor.

Son nuestros fantasmas del pasado

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Momentos de la vida contidiana. Dando las gracias

De vez en cuando me gusta echar la vista atrás, pero no para maltratarme o fustigarme, sino para ver el camino que he recorrido. Es verdad que en esa vuelta al pasado, algunas veces me es imposible no compararme con personas que dejé en el camino, sus logros, sus estares..., no obstante ahí, en esa comparación odiosa, es cuando me doy cuenta, que mi camino, con el tiempo ha ido tomando la forma que tenía trazada desde un primer momento.

La vida sin pedirlo, te vuelve a poner personas importantes en tu camino y te da la oportunidad de poder abrazar momentos que no tuvieron lugar para existir. Esas personas son mis personajes de la vida cotidiana, los que han ido dando forma  a mí caminar por el mundo, a mis crecimientos personales, a mí aquí y ahora.

A todxs ellos les quiero dar las gracias, gracias por tenderme un pequeño puente para que alcanzará mi siempre inalcanzable destino.

Gracias por existir

Detrás de la penumbra hay más penumbra

Quejarse y vivir en la queja constante te hacer ser un ser pequeño, nubla las posibilidades que te rodean, te aparta de las personas que te aman, te imposibilita crear sueños, tener nuevas emociones.

Elejir ese camino es un aislamiento autoimpuesto, que a la larga supone un desgaste emocional del que es difícil salir si no te inventas nuevos horizontes.

...Detrás de la penumbra hay más penumbra...

No importa ser diferente y sentirte diferente en un mundo donde la uniformidad y la normalidad mandan.

Aceptar esa diferencia puede ser la alternativa.