MOMENTOS DE LA VIDA COTIDIANA. LA CRIATURA

MOMENTOS DE LA VIDA COTIDANA. LA CRIATURA

El día había salido nublado, las artesanías que colgaban de las maderas desordenadas y roídas por la furia que desprende el mar, hablaban sin cesar con el viento, parecían inquietas, como si supieran que detrás de los espejismos que crea el tiempo en nuestra cotidianeidad, hubiera un algo perturbador.

Estos detalles no se tornaban singulares para aquella criatura sensible, humilde y bondadosa que vivía en aquel refugio atípico para los ojos de cualquier viandante. 

Alta, sin curvas bien definidas, inventado un cuerpo de mujer poco atractivo pero delicado en sus movimientos. Pelo manchado con canas desordenadas, mirada penetrante, casi felina, piel morena, con ligero tono azulado y un olor a jazmín que se apoderaba y anulaba  los aromas de los cientos de flores que decoraban el jardín.

Cada mañana, aquella criatura se sentaba a meditar mientras con sus manos, de dedos largos y perturbados por el maltrato de los años, sujetaban una pequeña taza de café y un cigarrillo a medio liar, que de tiempo en tiempo se posaban de forma alternativa sobre sus finos labios.

Cada día, como una especie de ritual, la contemplaba desde una cercanía muy lejana. Podía sentir atravesando mi piel una soledad y tristeza desgarradora, con cierto aire artificial, que ni aquella música creada por el viento podía encubrir.

Y entonces pensé: la sociedad con sus ritmos, es capaz de despojarnos de nuestros sueños y transformarnos en seres anulados, incapaces de reconocer nuestros sentimientos, sensaciones y emociones y hacer que nos perdamos en soledades y tristezas fundadas en actos ajenos, pero todavía no tiene el poder de absorber nuestra esencia, aquello de lo que realmente estamos hechos. 

No sirve pasar de puntillas por la vida sin saborear las exquisiteces de las personas que tenemos a nuestro lado.

Momentos de la vida cotidiana