Dubín. El personaje gris e inusual. Momentos de la vida cotidiana
Que cierto es que las ciudades que habitamos nos transitan, cuántos recuerdos, cuántas emociones, cuántas sensaciones, cuántos crecimientos enredados en nuestras pieles. Emociones y sensaciones tan palpables que las personas que los provocaron se vuelven carne con el paso de los años.
Son muchas las ocasiones en las que retorno a aquella ciudad que me vio crecer, una ciudad inusualmente gris, con paredes tibias y ventanales siempre cerrados por temor ser invadida su intimidad.
Dublín y sus calles, Dublín y sus gentes, Dublín y sus ganas de resplandecer tras las gotas de lluvia y los tímidos rayos de sol.
Fue allí en un día cualquiera cuando se cruzó en mi vida aquel personaje tan gris e inusual como la ciudad.
Yacía tirado en la calle en medio de ninguna parte, desaliñado, sucio y mojado, claramente el alcohol había ganado a su suerte.
Nuestras miradas se cruzaron por azar, esa mirada desgarradora y profunda me impidió ser indiferente del infortunio de aquel ser, me acerqué, reuní las pocas pertenencias que portaba y junto a la ayuda de un buen amigo y los reproches insistentes de aquel caballero, conseguimos convencerle para que nos diera la dirección de su hogar y poderlo dejar en un lugar más seguro para el, al vida en la calle es cruel, dura y fría para cualquiera que se ose a precipitarse en su realidad y más en aquellas latitudes.
Conversamos largo rato sobre sus dichas y desdichas, sus saberes sobre la vida, el amor, el odio... mientras compartimos una taza de té, hasta que cayó desfallecido por el cansancio.
Días después de aquel encuentro repentino, mientras tomaba un té en uno de mis refugios, un señor alto, con traje y un maletín reluciente se acercó tímidamente preguntando por mí, nuestras miradas nuevamente se cruzaron y supe al instante que se trataba del personaje gris e inusual que había ayudado.
Humildemente me tomo de la mano y con voz suave, segura y melodiosa me dijo: la vida nos presenta tímidamente a personas que se cruzan en nuestro camino para que podamos dar un paso adelante y olvidar el dolor que arrastramos a nuestras espaldas, somos dos anónimos pero ambos hemos entendido el sentido de nuestra existencia.
Me dijó un sobre en la mano y se alejó.
Momentos de la vida cotidiana.
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