miércoles, 29 de junio de 2022

El pensamiento rumiante en las altas capacidades

El pensamiento rumiante en las altas capacidades
Publicado el 24 noviembre, 2020por José Luis

Hace un tiempo leí un artículo donde enlazaban con un modesto estudio que sugería cierta relación entre la mente rumiante y la alta inteligencia. En concreto: Existe eso sí, un riesgo y una predisposición a la preocupación excesiva, a la auto-crítica y percibir la realidad de un modo muy sesgado, tendente a la negatividad. Estudios como el llevado a cabo por Alexander Penney, de la Universidad de Lakhead, Canadá, nos señalan que las personas inteligentes se caracterizan sobre todo por tener una “mente rumiante”.

En realidad, el título del artículo comienza con una pregunta, no con una afirmación: Is the worrying and ruminating mind a more intelligent mind? (¿La mente preocupada y rumiante es una mente más inteligente?). Y en su interior se matiza la relación: El presente estudio examinó las relaciones entre la inteligencia verbal y no verbal y los síntomas y cogniciones de los trastornos emocionales. Aunque solo se encontraron pequeñas correlaciones positivas entre la inteligencia verbal y los síntomas del TAG y la depresión, surgieron asociaciones positivas entre la inteligencia verbal y la preocupación y la rumia y una asociación negativa entre la inteligencia no verbal y el procesamiento posterior al evento. Se necesitan estudios futuros para proporcionar una explicación e interpretación exhaustivas de las relaciones entre estos procesos cognitivos y la inteligencia. Sin embargo, estos resultados preliminares indican que una mente preocupada y rumiante es una mente más inteligente verbalmente; una mente socialmente reflexiva, sin embargo, podría ser menos capaz de procesar información no verbal. Con palabras sencillas: la mente rumiante se relaciona bastante con una mayor inteligencia verbal y muy poco con la inteligencia no verbal.

Inteligencia verbal

La Inteligencia verbal o lingüística hace referencia a la capacidad de usar las palabras de manera efectiva, en forma oral o escrita. Incluye la habilidad en el uso de la sintaxis, la fonética, la semántica y los usos pragmáticos del lenguaje (la retórica, la mnemónica, la explicación y el metalenguaje). Un alto nivel de esta inteligencia se ve en escritores, poetas, periodistas, oradores, entre otros. Según Reynolds y Kamphaus, es concebida como el razonamiento verbal y refleja principalmente las funciones intelectuales cristalizadas (León, Amaya y Orozco, 2012) dado que el individuo tiene la capacidad de usar las palabras y los conceptos verbales de manera apropiada (Ardila, 2011). Méndez Coca, en consonancia con lo anterior, también afirma que su campo se extiende desde la semántica, la fonología y la sintaxis hasta el habla poética, lírica, etc. […] Este tipo de inteligencia representa el elemento más importante para comunicarse con el prójimo, no todas las personas utilizan plenamente este potencial, por carecer de habilidad para manejar un vocabulario rico en contenidos.

Inteligencia no verbal

Enmarcada dentro de la inteligencia fluida, se define por el uso intencionado de diversas operaciones mentales en la resolución de problemas nuevos, incluye la formación de conceptos e inferencias, clasificación, generación y evaluación de hipótesis, identificación de relaciones, comprensión de implicaciones, extrapolación y transformación de información.

Cattel y Horn decían que La inteligencia fluida se refiere a la eficiencia mental, esencialmente no verbal y con relativa independencia de la cultura, mientras que la inteligencia cristalizada está relacionada con las habilidades y el conocimiento adquiridos, cuyo desarrollo depende de gran medida de la exposición a la cultura.

Si analizamos un ejemplo concreto lo veremos con más claridad. La nueva versión de la batería de pruebas de inteligencia para niños y jóvenes, la WISC-V, contiene cinco índices primarios: Comprensión verbal, Visoespacial, Razonamiento fluido, Memoria de trabajo y Velocidad de Procesamiento. Derivado de su aplicación y correcta interpretación se extrae una noción de «mayor inteligencia» bastante más completa de la que se podría deducir de alguien con una elevada inteligencia verbal a secas.

En resumen, que el pensamiento rumiante no se puede asociar directa y completamente a las altas capacidades intelectuales en toda su complejidad.

No obstante, y como se puede dar con relativa frecuencia, intensidad y duración (clave FID) en bastantes personas dentro del colectivo creo que es importante acercarnos un poco más a este constructo de la mente rumiante.

PENSAMIENTOS RUMIANTES
Según el psiquiatra Christophe André: “Rumiar es centrarse, de manera repetida, circular y estéril en las causas, los significados y las consecuencias de nuestros problemas, nuestra situación y nuestro estado de ánimo.

Al rumiar creemos que estamos reflexionando pero, en realidad, no hacemos más que enredarnos y hundirnos. Rumiar amplifica los problemas y el sufrimiento y reduce el espacio mental que debe ocupar el resto de la vida (en especial para lo bueno y los instantes felices).

Y, sobre todo, pone en marcha reflejos y hábitos negativos, puesto que frente a las dificultades, les damos vueltas sin parar, en lugar de resolverlas (aunque sea con imperfecciones) o tolerarlas, siguiendo a pesar de todo con nuestra vida”

Quotes about Scenarios (106 quotes)
Este patrón mental se asemeja mucho a lo que describí hace años en la entrada de la Madeja mental y que se representaba gráficamente con estas dos imágenes:

¿Qué ocurre cuando no controlamos el tráfico de pensamientos recurrentes sobre las mismas cosas? Pues que nuestro nivel de obsesión por solucionar el problema interno que nos genera aumenta sustancialmente. Tratar de frenar un pensamiento repetitivo con la misma herramienta que lo originó es garantía de fracaso.

Se da por sentado que una persona inteligente lo es porque tiene la habilidad de encontrar soluciones a todos los problemas con los que se encuentra. Con estas gafas de ‘ver’ es lógico esperar que no se dé con especial frecuencia el pensamiento rumiante dentro del colectivo. Nada más lejos de la realidad. Sobre todo porque no se comprende que esa impericia en la gestión cognitiva se produce más por una escasa consciencia (regulación del tráfico) y no por falta de recursos intelectuales (número de vehículos). En la autovía de nuestra conciencia se producen en más ocasiones de las deseadas múltiples atascos o accidentes producto de la escasa atención que le solemos prestar a nuestras alertas internas.

CÓMO REDUCIR LOS PENSAMIENTOS RUMIANTES
Pero como todo esto tiene solución o, como premio de consolación una notable reducción de sus perniciosos efectos, podemos tener en cuenta algunos consejos para afrontar el reto que nos presenta una mente rumiante. En esta página encontramos algunos que pueden ser de tu interés:

«Para tratar el pensamiento rumiante, la primera solución consiste en actuar sobre las causas externas. Si la persona sufre debido a un conflicto real en el trabajo o en el seno de la pareja, es básico atacar de raíz el problema. Tomar medicamentos en este tipo de situaciones sería lo peor, pero es que en este caso concreto las soluciones naturales (plantas, terapia comportamental…) tampoco van a funcionar.

Lo mismo ocurre si el pensamiento rumiante viene provocado por un estado de salud deteriorado o por los dolores que provoca una enfermedad física o incluso un trastorno obsesivo compulsivo. En ese caso, por supuesto, hay que tratar la enfermedad como tal, con los tratamientos específicos.

Dicho esto, en el caso de los pensamientos rumiantes que persisten una vez se ha solucionado el problema subyacente, existen técnicas eficaces.

Tomar conciencia del carácter nefasto de dar vueltas sin parar a lo que nos preocupa. Las personas que dan demasiadas vueltas en sentido negativo a sus problemas, ya sean reales o supuestos, tienen en general la impresión de que estos pensamientos son útiles. Tienen la impresión de tener que vérselas con un verdadero problema que les exige que reflexionen sobre esta situación, en especial para dar con una solución. Entonces es imprescindible convencerlas de que el pensamiento rumiante interminable es, al contrario de lo que piensan, dañino e inútil, y que dejen de tener la falsa idea de que están haciendo algo útil cuando le dan vueltas. Una vez se hayan convencido de ello, van a poder actuar para librarse.

Rumiar de manera controlada. Esta es la primera medida que deben probar, para lo que hay que dedicar todos los días 30 minutos a rumiar los malos pensamientos. Se trata de un sistema eficaz que puso en marcha ya hace más de treinta años el psicólogo estadounidense Thomas D. Borkovec. (5)Por ello, durante 30 minutos la persona se obliga a rumiar y escribir sus malos pensamientos, los más duros, únicamente ésos y sin ningún tipo de interrupción, siempre en el mismo lugar y a la misma hora. La sesión supone también la ocasión de reflexionar sobre soluciones concretas a sus problemas o intentar contemplarlos de un modo que sean aceptables. Una vez finalizada la sesión, debe combatirse toda irrupción de malos pensamientos gritando ¡stop! pero sin suprimirlos. Sencillamente se aplazan hasta la siguiente sesión, del mismo modo que la reflexión sobre las soluciones.

Entonces llega el momento de concentrarse en el entorno real. Por ejemplo, en caso de sentimiento de fracaso profesional: “En este momento, ¿estoy fracasando en algo o, a pesar de todo, puedo aprender, perfeccionarme, superar algún desafío por pequeño que sea?” En cuanto al aspecto físico: “En este momento, ¿hay alguien que manifiestamente me esté observando ese defecto físico que tengo y le esté dando una gran importancia? ¿O ese defecto molesta sobre todo porque yo mismo me veo desagradable y, debido a ese problema, he renunciado a acercarme a los demás, mostrar mi mejor sonrisa y ser amable?” Unos ejercicios de respiración y relajación también pueden ayudar. Lo que importa es que las sesiones no tengan lugar en la cama ni por la noche para evitar que nos invadan los pensamientos negativos justo antes de dormir.

Uno de los métodos más seguros contra los pensamientos rumiantes es decidirse a evitar que nos bloqueen, y eso es lo que los psicólogos llaman “activación conductual”, por la que rechazamos obedecer las órdenes del terrorista que nos tiene la cabeza secuestrada.

Los psicólogos hablan de “la metáfora del conductor del autobús escolar”, según la cual el chófer sabe adónde quiere ir, pero detrás de él, los niños no paran de gritar: “¡Pare!”, “¡Acelere!”, “¡A la izquierda!”, cantando sin parar.

Los gritos molestan al conductor, pero avanza sin obedecer las órdenes de los diablillos. Tampoco quiere hacerlos bajar, sino que mantiene el rumbo, contra viento y marea.

El principio es esforzarse por actuar haciendo todo lo posible por ignorar al terrorista que le ha secuestrado. Esa es la mejor manera de detenerlo: no hacerle el mínimo caso. Esperar a que, espontáneamente, se desanime.

Ya sé que no es tarea fácil, pero si padece este duro problema, sepa que le ayudará.»


 

martes, 28 de junio de 2022

El loco de la vía. Rafael Amor

El loco de la vía

(Rafael Amor)
El loco de la vía vivía por donde corría con monotonía el tren a horario,
con atraso, pero todos los días.
Tenía una casa barata, chata, además de lata, techo que había hecho
con esos desechos que se encuentra a gatas, en la precaria orilla ferroviaria.
Tenía un perro puntiagudo, con alma de felpudo, que siempre estaba echado,
como entredormido, parecía cansado con solo un ladrido.

Con un grillo minúsculo atornillaba crepúsculos
y en el barro violeta de la quieta cuneta,
una luna roja de sangre se le antoja la luz de la barrera.
El loco de la vía abría a las mañanas una ventana nueva
con cortinas finas de estrellas vepertinas
y en el humo alargado de su fuego gastado se elevaba y ondeaba
una blanca bandera más alta y más grata que la del guardabarreras.

Tenían una mirada suburbana entre verde y cansada
y aunque veía parecía que ya no mirara
o que no le importaba todo lo que había.
Una voz de vino, amarga que a muchos les dolía,
y cuando el tren pasaba con su marcha cansina, rutina encadenada,
él no decía nada, pero, se sonreía, y molestaba, claro al oficinista
que desviaba la vista con el sentido práctico de los burocráticos
que viven de rodillas tras la ventanillas
y que creen sólo en las cosas que están en las planillas.

A la señora beata santa mojigata con alma de rosario y de pecado diario
que con recogimiento y arrepentimiento de confesionario
siempre se escondía del loco de la vía, claro, como no pedía...
¡ah! si hubiera ido por la sacristía,
si hubiera sido como los demás que lamían consuelos no le molestaría,
y hasta pagaría con una limosna la paz en el cielo.

Al señor pudoroso, serio, moralista, ese que da el asiento correcto,
educado que por las noches vive en el mareo loco devaneo
de plumas de coristas y un amor pagado,
al pseudo inteligente con cara de valiente, de duro intransigente,
que se cree reformista, que cuando lo veía, al lado de la vía,
al sol sin la camisa, desafiar al mundo con su risa,
comprendía que él, también iba en el tren, el de todos los días.

Al político retórico, crítico porque no lo votaba el loco de la vía,
y a los vendedores y a los prestamistas porque no compraba y no se vendía,
a los poderosos porque era orgulloso,
a los desgraciados porque no era esclavo,
a la hipocresía porque no creía y a los mansos porque se comprometía,
claro, les molestaba porque aún callado, nunca se callaba,
es que era un mal ejemplo el loco de la vía, había que aplastarlo,
borrarlo, desterrarlo, no vaya a ser que un día quieran imitarlo,
es un enemigo, vive al sol, no es mendigo y hasta, a veces, canta,
es un subversivo...; y vinieron veinte carros de asalto,
cuatro de explosivos, un camión de la perrera,
un destornillador para aflojar los grillos, máscaras antigases,
carros autobombas, sesenta mil mangueras
para aplacar el humo blanco de su blanca bandera.

Le aplastaron la casa barata y chata,
le expropiaron al perro puntiagudo con alma de felpudo.
El loco de la vía reía todavía, y gritó libertad, con su voz que dolía,
–éste ya está en la lista– dijo el oficinista,
y la santa señora en un avemaría pasaba la alcancía,
el señor circunspecto miraba muy correcto,
los hipócritas se compadecían,
el político crítico con sentido analítico dijo que era anárquico,
que su fin era típico; los poderosos repetían con gozo: es un ejemplo claro;
la libertad no existe, decían los esclavos,
y los mansos con quietud de remanso rezaban
y un curita les decía: arrodillados hijos, siempre arrodillados, hijos.

Y así se lo llevaron al loco de la vía.
Y en su lugar de lata de lunas escarlatas,
con ventanas nuevas todas las mañanas,
con cortinas finas de estrellas vespertinas,
picotean el crepúsculo de algún grillo minúsculo
unas cuantas gallinas.

lunes, 27 de junio de 2022

Diamantes escondidos: 11 jóvenes y adultos con altas capacidades, con Es...

¡Qué importante es visibilizar!!!!
Recomiendo esta lectura, principalmente a profesionales de la psicología que en algún momento se han topado con personas AACC y no han sabido guiarles en su camino. Pueden hacer mucho daño, sintiendo que realmente tienes un problema, que tú eres el problema, cuando en realidad no tienes ninguna patología. BASTANTE complicado es ya como para que te hagan cuestionarte...

martes, 21 de junio de 2022

Las dos caras de ser altamente sensible y tener altas capacidades. María Gómez

Las dos caras de ser altamente sensible y tener altas capacidades
Aquí soy extranjero porque nadie me entiende.

Ovidio

Ser PAS con altas capacidades, mirado desde fuera parece mucho más fácil de lo que es en realidad.

Al fin y al cabo, la creencia generalizada es que ser superdotad@ es ser “normal” pero con un cociente intelectual más alto que el resto, con lo que se asume que todo es más fácil.

La gente cree que tienes un supertalento y que las cosas te salen sin demasiado esfuerzo.

Pero no. Las PAS superdotadas que son así, son más las excepciones me temo.

Tener alta sensibilidad y altas capacidades es una mezcla potente que no siempre es fácil de manejar y muchas veces no es un camino de rosas para nada.

Sobre todo cuando no sabes ni que eres así, o lo sabes pero no has aprendido qué hacer con todo eso que llevas dentro.

Porque tener altas capacidades es tener una mente que va tan rápido y tiene tantos estímulos que hace que te disperses muy fácilmente, y que te resulte realmente difícil concentrarte.

Es que te cueste ser constante con algo importante porque te distraes con cualquier cosa. Porque cuando le sacas el jugo a algo que te interesa lo dejas y pasas a otro tema.

Y también ser PAS con alta capacidad es que te moleste mucho el ruido que otros ni perciben y los olores y determinados tejidos y telas.

Es que te sientas invadido sensorialmente con facilidad.

Y es mucha confusión. Es sentirte perdid@ en un mundo donde no encajas y donde no encuentras un lugar para ti.

Y es una búsqueda incansable hasta lograr encontrarte.

Es cuidarte mucho de no destacar demasiado, porque la sociedad premia a los que destacan, pero si siguen estando dentro de unos parámetros donde no atenten demasiado contra lo establecido.

Las altas capacidades también son estudiar muchas cosas o tener no sé cuantos trabajos a lo largo de tu vida, para acabar sintiéndote un/a inútil, y viendo que no encuentras tu sitio como parece que sí ha hecho el resto de gente que ha seguido un camino más o menos marcado.

O es tener un trabajo que está bien, mirado desde fuera, pero en el que tu sientes que no acabas de encajar.

Es la lucha eterna contra un sistema que siempre se te antoja absurdo y superficial.

Y es preguntarte constantemente si habrá un sitio para ti en este mundo donde te has resignado a sentirte extranjero.

Es sentir una soledad existencial quesiempre está ahí como un eco sordo, desde que eres pequeñ@. Es tener dificultad para encontrar a otr@s como tú.

Es ver que casi nadie habla tu idioma aunque tú sí que puedes hablar el idioma de los demás.

Es aburrirte desde siempre, aburrirte, aburrirte y aburrirte en muchos ambientes.

Es tener que vivir en un mundo que va dolorosamente lento para una persona con una mente excepcionalmente rápida.

Es sentirte no valorad@ a veces, porque la sociedad tiende a premiar a aquell@s que mantienen el status quo y no sobresalen demasiado con ideas que amenazan con cambiar lo establecido.

Las altas capacidades pueden ser también, ser el blanco de críticas y alguna que otra envidia allá donde vayas, incluso si no abres mucho la boca y preferirías pasar desapercibid@.

Tan solo porque destacas. Incluso si odias destacar. Incluso si tú mism@ no te ves para nada que destaques.

Y es también empezar a “editarte” a ti mism@ desde la adolescencia.

Porque si dices lo que ves, o piensas, puedes tener problemas y aparte de tener altas capacidades eres también altamente sensible, así que sufres y se te altera un montón el sistema nervioso con los enfrentamientos.

Y es callarse mucho y no saber bien que hacer con todo eso que callas.

Es que explote de manera destructiva a veces, es que se vuelva en tu contra.

Es tener las soluciones para muchos de los problemas de los demás, pero no encontrar a casi nadie que pueda darte soluciones a los tuyos o soluciones de una profundidad que a ti te encajen.

Es despertar suspicacias en los demás que ven reflejado en ti sus propias inseguridades.

Es no creerte tan list@ como realmente eres. Es tener dudas constantes sobre ti mism@.

Tener AACC es también que la gente piense que como eres tan list@ no puedes equivocarte en prácticamente nada, que todo te sale fácil y cualquier cosa que hagas, la tienes que hacer poco menos que perfecta.

Es una exigencia externa e interna casi constante.

Y también las AACC pueden ser, un día, descubrir que todo lo anterior era parte de tu camino, es encontrar por fin tu sitio y comprender que todo tenía sentido.

Es querer llegar a lo profundo de las cosas, a las verdades, es no quedarse en mentiras superficiales, ni verdades a medias que a ti no te sirven.

Y por esto mismo, a veces encontrarlas.

Y es encontrar respuestas, encontrar tus verdades.

Y también es ver mucha mucha belleza, en muchas cosas, en el mundo, en la gente, en ti mismo cuando realmente te ves cómo eres.

Y también es ser capaz de ser muy agradecid@ y apreciar mucho la vida, precisamente porque sientes de cerca su fragilidad y lo efímero que es tu paso por la tierra.

Y es deleitarte con la música, con el arte, con la naturaleza.

Es disfrutar mucho y disfrutar de muchas cosas, que de tan pequeñas que son pasan inadvertidas al resto de gente.

Es ser capaz de ver lo extraordinario en lo ordinario.

Y es poder tener relaciones profundas y verdaderas.  

Una vez que te has encontrado a ti mismo, claro. Es poder reflejarte en los ojos de otro, de unos pocos. Es empezar a dejar de sentirte un extranjero de la raza humana.

Y es aprender siempre. Aprender, aprender. Y evolucionar. E ir quitándote capas hasta llegar a tu yo auténtico.

Es vivir varias vidas en una. Es un continuo renovarse. Es ser una especie de ave fénix que se levanta sobre sus cenizas una y otra vez más majestuoso y sabio en cada renacimiento.

Y es aprender a centrarte, a comprometerte con un puñado de cosas importantes para ti y ver que no eres tan inútil como pensabas sino que estabas esforzándote en las cosas equivocadas.

Y es aprender a ser fiel a ti mism@ sin importar que a veces los demás te vean como un raro,  o una excéntrica porque lo eres, y no pasa nada.

Porque sabes que por fin has encontrado tu sitio y estás dispuesto a ocuparlo como mereces.


Cortometraje. El nadador

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Micropensamiento. Las mentiras y yo

No sé mentir, elaboró una pequeña mentira durante días y cuando llega el día de decirla, me la imagino en mi mente y las palabras que salen ...